¿POR QUÉ EL TIEMPO NO CURA TODAS LAS HERIDAS?
Explicación de por qué el tiempo no es capaz de curar algunas de las heridas emocionales que nos dañaron en su día y dejaron una marca indeleble. Y cómo actualmente existen herramientas, como la terapia EMDR, que pueden conseguir el propósito de procesar y desensibilizar estas heridas antiguas y hacer que se archiven de forma funcional en nuestra psique y dejen de dolernos para siempre.
Voy a intentar dar respuesta a esta pregunta de una forma sencilla, dentro del enfoque de la terapia EMDR, de la que hablaremos a continuación.
El cuerpo tiene un mecanismo innato de autocuración. Por ejemplo, si nos hacemos una pequeña herida, el cuerpo, por sí mismo, tiende a curar y cicatrizar. Cuando la herida es mayor, más profunda, imagínate por ejemplo que algún cuerpo extraño ha quedado incrustado en la piel, un médico puede ayudarte a extraer lo incrustado, dar algunos puntos y dejar que sea el propio cuerpo el que termine el trabajo de curar y cicatrizar. Es lo mismo que ocurre cuando se hace cualquier cirugía.
El cerebro es parte del cuerpo y como tal también posee un mecanismo de curación: “el sistema de procesamiento de la información”. Está diseñado para llevarnos a un nivel de salud mental, a un nivel de resolución adaptativa de los problemas que se nos van presentando. Pero, al igual que ocurre con el resto del cuerpo, hay heridas que por su profundidad (hay experiencias que nos han podido pasar cuyo nivel de perturbación sea tan alto que el sistema de procesamiento de información se bloquea y es incapaz de llevar el recuerdo a una resolución por sí mismo), necesitan que un médico (en este caso un psicólogo o psicoterapeuta) ayude a extraer lo “incrustado” a nivel mental, para que este mecanismo de curación pueda posteriormente acabar de sanar la herida. Dicho de otra forma, necesitamos desbloquear el atasco que la herida ha provocado en nuestra psique.
Estas heridas profundas, estas “astillas” que cada uno de nosotros podemos tener clavadas en el corazón y que notamos cómo nos hacen daño, es a lo que nosotros los psicólogos llamamos trauma.